¿Y cómo era en tu época?
Cuando era niño, solía preguntarle a mi mamá, cómo era
la vida cuando ella era niña, y solía contarme de los juegos que jugaba en la
calle con sus amigos del barrio, o con sus amigos de la colonia japonesa en
Trujillo, mi ciudad natal. Yo que crecí en Trujillo, pude disfrutar de crecer jugando
en la calle y tener buenos amigos en el barrio, viviendo aventuras que hoy sonarían a irresponsabilidad o estupidez, pues si hoy en día algún padre dejara que sus hijos
hagan lo que yo solía hacer, seguramente los atropella una combi, los
secuestran, los roban o quién sabe qué otras cosas más.
Recuerdo que mi mamá me contaba que iba a la bodega,
preguntaba la hora y cuando el tendero respondía, reclamaba su “yapa”, y le
daban un chocolate, una galleta o un caramelo… Me parecía alucinante, porque el
tendero de mi barrio en Las Quintanas, es (porque aún vive), un cajamarquino
que parece judío, quien podría definirse como la definición de la avaricia, donde todo lo que te
daba, debía tener una compensación monetaria, incluyendo la hora… También me contaba de su colegio, donde asistía a la
misma aula con su hermana, mi tía Kimi (o Lucía, que es la única que aún vive
de los hermanos de mi mamá) y con su prima, mi tía Shizu, (o Alicia), la
primera era mayor un año que mi mamá y la segunda era de su misma edad. Cuando
pasaban la lista, la profesora decía “Tanaka, Tanaka, Tanaka” y respondían
“Presente, Presente, Presente”, así no estén las 3, por lo cual, según me
contaba, nunca le registraron faltas… Claro que eso actualmente es imposible, porque en
la época de mi madre, los salones eran de 50 o 60 alumnos, en mi época, éramos
entre 35 y 45, pero ahora son entre 15 y 25…
Claro, no todo lo antiguo era mejor; había muchísimas
cosas malas, en la época de mis padres, la segunda guerra mundial fue una época
difícil, puesto que Perú fue el único país latinoamericano que le declaró la
guerra al Japón, y hubo persecuciones, y muchos de los “abuelos” de mi época,
fueron enviados a los Estados Unidos a los campos de concentración en Utah, y muchos de nuestros “abuelos” (los míos entre ellos), decidieron que hablar
japonés era peligroso, así que en mi familia, como en muchas, se perdió la
herencia del idioma, y creo que es por esta razón, que solo en el Perú, el
idioma japonés no es hablado por la mayoría de los descendientes, como si
ocurre en Brasil o Argentina; sin embargo, esa persecución trajo algo bueno,
pues los descendientes se asociaron y formaron vínculos más fuertes que en
otros países, y los resultados se ven en los logros de las instituciones de la
colectividad peruano japonesa, muy superiores a los de cualquier otro país de
“ultramar” (como nos llaman los japoneses).
Otro problema, que es intermedio entre la generación
de mis padres y la mía, es la época militar, donde el general Velasco echó a
perder nuestro país con su revolución descerebrada; recuerdo que todo el
consumo era nacional, y si querías un lápiz tenía que ser “mongol”, el borrador
era “pelikan”, tu enciclopedia era “Bruño”, (y si en tu casa tenías "El Tesoro de la Juventud" tenías "toda" la información del mundo), usabas tus zapatillas “bata”, que
las lavabas en tu batea “basa” y tu pantalón de colegio era de tela “polystel”…
De mi época, recuerdo las colas, porque había escasez (o
acaparamiento) de arroz, leche, azúcar y aceite; que había racionamiento de agua
potable y te tenías que bañar con un jarrito (para no desperdiciar)... En mi época, viví de cerca el terrorismo (no tanto
el de Sendero Luminoso, hoy MOVADEF, sino más bien el del RTA, que ahora se
llama así porque los comandos de Chavín de Huantar les sacaron la M), recuerdo
que estábamos acostumbrados a las bombas, a los apagones, al toque de queda; en
la Universidad Nacional de Ingeniería donde estudié, los del RTA entraban a los
salones con armas en mano, interrumpían las clases y se ponían a recitar sus
proclamas proselitistas, y cada vez que hacían disturbios, incendiaban un
Enatru (los buses amarillos de esa época), o se ensañaban con la camioneta del
rector de turno… Una vez, estaba en el depa de una amiga en un quinto piso, y
de repente un estruendo descomunal y todo el piso se movió, habían detonado una
bomba en el Banco Wiese que estaba en el primer piso de su edificio, y por si
fuera poco, me tomaron como rehén en la crisis de la Residencia del Embajador
de Japón, en diciembre de 1996 (y que duró hasta abril de 1997, aunque claro, yo solo
estuve 3 días)… Así que por mi experiencia, yo si estoy de acuerdo en matar sin
asco a estos malditos terroristas, y al que diga que no, la pita que se partió...
Se les debió ejecutar a todos, y por no hacerlo así, la mayoría ya está
saliendo nuevamente a las calles…
¿Y a qué viene esto? A que a la última generación de
millennials, parece no importarles todo lo que pasó, y es más, los jóvenes sin
carácter que hay en algunas Universidades (sobre todo Nacionales, en específico San Marcos),
que ahora son adeptos al MOVADEF,
que no es otra cosa que Sendero Luminoso, y eso es realmente preocupante, sobre
todo porque sus cabecillas están saliendo en libertad… Si bien la generación de mi
hija, tiene muchísimas ventajas con respecto a mi generación, como libertad de
elección de múltiples marcas para cualquier producto, no suele haber escasez
(por lo menos aquí en Lima, donde estamos), tienen toda la información que les
interesa en Google, Facebook, Twitter, Instagram, Pinterest y otros, por lo
cual, ya no preguntan “¿Y cómo era en tu época Papá?” (solo navegan y creen que saben más que tú que lo viviste), y creo que nosotros como
padres, estamos fallando en no contarles las cosas malas del pasado para que no
se repitan…
Como alguna vez dijo Aldous Huxley, “quizá la más
grande lección de la historia es que nadie aprendió las lecciones de la
historia”…
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