¡Divergente!...
Si viste la película o leíste el
libro de Verónica Roth (la verdad es que yo no lo leí, la fanática es mi hija),
esto no tiene nada que ver con un mundo distópico y futurista, donde para
mantener el orden y asegurar la paz, la humanidad o lo que quedó de ella, se
dividió en cinco facciones: Cordialidad (contra la agresividad), Erudición
(contra la ignorancia), Verdad (contra el engaño), Abnegación (contra el
egoísmo) y Osadía (contra la cobardía), donde cada individuo elegía al cumplir
los 16 años a cuál pertenecería. Se supone que cada persona debía tener una
única predilección, pero surge nuestra heroína, que aparentemente podía
pertenecer a cualquier facción, y a esta condición se le llamó divergente…
Los divergentes a los que nos
referimos ahora son otra cosa. A lo largo de nuestra vida, como seres sociales,
hemos formado grupos, en el barrio, en el colegio, en la universidad, en el
trabajo, con la familia o con nuestros amigos; y muchas veces, deben haber
detectado que todos quieren hacer algo, y resulta que surge uno que no quiere o
quiere hacer otra cosa… A veces les dicen abogados del diablo, a veces les
dicen cretinos, a veces les dicen odiosos, o simplemente el hue- (pase a la
página 23) del grupo… Estos son los divergentes de nuestra historia…
Cuando se da una de estas
situaciones, el tratamiento a estas personas dentro del grupo, pasa por cuatro
etapas, que se dan en el siguiente orden estricto:
Etapa 1: Razonamiento. En la etapa
1, se sustenta la posición de todos utilizando razones, todos queremos ir a la
playa, pero este cretino y solamente este cretino quiere ir al campo, durante
la primera etapa, es cuando se dice por qué ir a la playa es mejor que ir al
campo, se alude la época del año, las actividades que podemos desarrollar, etc.
Si se fracasa en el razonamiento, se pasa a la segunda etapa.
Etapa 2: Romanticismo. En la etapa
2, dado que las razones no convencieron a nuestro divergente, procedemos a
apelar a la amistad, al grupo, a los sentimientos, siguiendo el ejemplo, ya no
explicamos por qué la playa es mejor, sino que empezamos a hablar de la
armonía, que lo acepte porque somos amigos, que lo acepte para que el grupo se
mantenga unido, etc. Si se fracasa en el romanticismo, se pasa a la tercera
etapa.
Etapa 3: Agresión. En la etapa 3,
dado que ni las razones ni los sentimientos convencen a nuestro divergente, es
la hora de pasar al ataque, se levanta la voz, o se vuelve uno irónico, o
empiezan los insultos, siguiendo el mismo ejemplo, ahora le decimos al
individuo: Siempre sales con esas cosas, eres un imbécil, siempre creando la
desunión, etc. Si aun así se fracasa en la agresión, no queda otra que pasar a
la cuarta etapa.
Etapa 4: Amputación. En la etapa 4,
dado que ni las razones, ni los sentimientos ni los ataques parecen haber
tenido efecto, procedemos a ignorar al individuo, y siguiendo el mismo ejemplo,
empezamos a coordinar el paseo a la playa, ignorando al divergente. Si este
habla, se le ignora y como si no hubiese hablado: “Es que el campo es…” Y sin
mirarlo, uno de los interlocutores mira a otra persona, y le dice “Perdón,
¿decías?”, ignorando totalmente al divergente…
Y si piensan que los divergentes no
sirven para nada, se equivocan, pues son realmente necesarios en nuestros
grupos:
Primero: Si todos en el grupo, pensamos
igual, mientras no haya problemas, todo irá bien; sin embargo, al primer problema
que tenga que enfrentar el grupo, al pensar todos igual (o para no ser
irracionales, al pensar todos parecido), el problema será percibido casi de la
misma manera por todos, y por tanto, las alternativas de solución serán pocas; pero
con la presencia de un divergente, el análisis del problema se enriquecerá, y
la solución al mismo será mejor.
Segundo: Con un divergente en el
grupo, el grupo se cohesionará más: Si se presentan problemas, y el grupo los
supera satisfactoriamente, gracias a un buen análisis como lo que se describe
en el punto anterior, la sensación de logro traerá cohesión; y si no hay problemas,
igual se produce la cohesión, pero en contra del divergente, es decir, el grupo
se unirá rápidamente contra el enemigo común.
Tercero: El divergente del grupo,
generalmente sirve como mal ejemplo.
¿Viste? La cosa es que no lleguemos a
la Etapa 4: Si razonamos, se enriquece el grupo, si lo enamoramos, se cohesiona
el grupo, si lo agredimos, bueno, después de lograr lo que se haya buscado
lograr y llegue la satisfacción grupal, le piden disculpas por ello y si no es
así, se unen contra él; pero si lo amputamos, y se va del grupo, el grupo se
debilita…
En fin, si cada vez que te reúnes en
tu grupo (de familiares, de amigos, de compañeros de trabajo, etc.), y cada vez
que te explican algún plan que no te gusta, sientes que luego de la explicación
te empiezan a hacer la “patería” sin que te siga gustando, y de repente sientes
que los demás se ponen agresivos contigo para intentar convencerte, ten
cuidado, porque estás a punto de ser amputado…
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