Cantidad de Tiempo vs Calidad de Tiempo
El otro día,
encontré una lectura para baño, llamada “El Club de la Hipotenusa” escrito por
un colega matemático, Claudi Alsina, donde cuenta gran variedad de anécdotas
sobre matemáticas o sobre matemáticos famosos, a lo largo de la historia de la
humanidad.
Se
dice que los sistemas de numeración decimal, surgieron porque tenemos diez
dedos para contar; sin embargo, fueron los romanos quiénes empezaron el sistema
de numeración decimal con notaciones, es decir, asignaron al número uno un
palito vertical “I”, al dos, dos palitos “II”, al tres, tres palitos “III”, y
la cosa seguía hasta el 9, que al principio se escribía “IIIIIIIII”. Luego a
alguien se le ocurrió tachar un palito para representar al diez (X), y
posteriormente se representó al cinco como la mitad del diez (V es la mitad superior de X), luego vino el
antes del cinco o 4 y el antes del diez o 9 (IV y IX respectivamente), hasta que los números
romanos quedaron como se conocen hoy. Sin embargo, no fue hasta que la
civilización de occidente conoce a los indios (de la India), que tenían un
sistema decimal posicional, y que fue aprovechado por los árabes, que
inventaron las cifras gubar, que luego de varias deformaciones, se volvieron
los dígitos que conocemos hoy en día (1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 0).
Antes de eso
existían sistemas de todo tipo, mayormente decimales (de base 10),
sexagesimales (de base 60) y duodecimales (de base 12), dicen que el sistema de
base 12 surgió porque cuando escondes el pulgar de la mano, tienes 4 dedos con
4 falanges, 4 falanginas y 4 falangetas (12 partes), lo cual servía para contar
mayores cantidades, (la unidad, la docena y la gruesa pertenecen a este
sistema). Lo de la base sesenta no se sabe de dónde salió, pero se especula que
salió de los romanos, que inventaron el concepto del tiempo, con definiciones que
perduran hasta hoy, como el minuto (60 segundos), la hora (sesenta minutos), y
otras como el día, el mes, el año y el siglo…
Claro, han habido
conceptos que han desaparecido, como el concepto de “parte”: Se dice que la
hora se dividía en 15 partes, por lo cual, una parte equivale a 4 minutos; y
conceptos que han desaparecido parcialmente, como el concepto de “momento”, que
equivalía a un minuto y medio; que hoy en día se utiliza para aludir a una
cantidad (supuestamente corta) e indeterminada de tiempo. En su concepción
original, “esperar un momento” significa esperar 90 segundos.
Hablando del
tiempo, es un fenómeno bastante curioso, las cosas a las que dedicamos más
tiempo, no son las más importantes de nuestra vida. Disponemos de 168 horas en
una semana, la actividad a la que dedicamos la mayor parte de nuestro tiempo es
a dormir; en efecto, si asumimos que el cuerpo necesita dormir 8 horas, dedicamos
a esta “inactividad” 56 horas por semana.
La segunda
actividad a la que dedicamos tiempo es al trabajo (claro, hay gente que no
trabaja, o gente que ha logrado que le paguen por pasearse o divertirse, pero supongamos
que hablamos de gente más o menos normal)… Por ejemplo yo, (que no sé si soy normal), le
dedico en promedio a mi trabajo 11 horas diarias, de lunes a viernes, donde una
hora es para desplazarme (ida y vuelta), una hora para almorzar, y como 9 horas
efectivas de trabajo. Es decir, le dedico 53 horas promedio: (11 horas por
día)x(5 días a la semana)x(11.5 meses)/(12 meses) = 53 horas por semana.
Si descontamos los
tiempos para nuestras abluciones personales y para movilizarnos a otros lugares,
resulta que nos queda para todo el resto de nuestras actividades, menos de 6 horas al
día; es decir, solo tenemos la cuarta parte de nuestro tiempo para todas esas
cosas que son más importantes que el trabajo, con las que se supone deberíamos llenar nuestras
vidas…
Haciendo nuevamente
alusión a la película del artículo anterior “Inside out” (Intensa-mente), resulta que en menos de la cuarta parte de nuestro tiempo disponible, es que podemos generar recuerdos
trascendentes… Y si no me creen, ¿quién se acuerda en qué reuniones de trabajo
participó en el mes pasado? ¿Y el año pasado? Seguramente no se acuerdan de ninguna,
yo por ejemplo, con respecto a mi trabajo, solo recuerdo cuánto ejecuté de mi
presupuesto los últimos tres años: 91%, 96% y 97%, todo el tiempo que pasé ahí,
se redujo a esos 3 números y una que otra anécdota memorable o divertida; sin embargo, cada
vez que mi hija logró algo o hizo algo por primera vez, lo recuerdo siempre, y
eso es lo que llena mi memoria… En los últimos 3 años por ejemplo, mi hija fue
a su primera fiesta de quince años (siguieron un montón), salió por primera vez
al extranjero (conmigo), luego salió por primera, segunda y tercera vez al
extranjero sola (va 4 veces, yo a su edad, solo había ido de Trujillo a Lima),
logró sus certificados de suficiencia en inglés y japonés, empezó a estudiar
francés, se volvió catequista, entró a un grupo que baila “eisa” (baile tradicional
de la prefectura de Okinawa, de donde proviene la familia de mi esposa), la
nombraron brigadier en su colegio, ha leído muchísimos libros algunos de los
cuales ha comentado conmigo, ha debatido en el Modelo de Naciones Unidas dos
veces, etc…
Alguna vez leí,
entre esos escritos que circulan en internet y que te llegan por ahí (antes por
correo electrónico, ahora porque alguien a quien “sigues” lo “postea” en su muro,
o te pasa un “tweet”), un artículo que comparaba lo que sucedería en tu familia
y en tu trabajo si te morías, e iban haciendo un paralelo de lo que ocurría en
ambos ambientes a lo largo del tiempo (laboral y familiar), y por supuesto,
quedaba clarísimo que tu familia te extrañaría toda su vida, y en el trabajo serías reemplazado y al año probablemente no se acordarían ni de tu nombre… Y
esta comparación, te hace pensar…
Por lo tanto, el
concepto de calidad de tiempo sale a relucir, y en efecto, el trabajo solo es
un medio para un fin, y si no entendemos esto, y creemos que el trabajo es un
fin en sí mismo, es que vamos a empezar a perder el tiempo de calidad que sirve
para generar recuerdos trascendentes, y vamos a ver el trabajo como una carga
desagradable, cuando debe ser todo lo contrario; uno debe estar a gusto en su
trabajo, y si no es así, es mi opinión que es mejor renunciar y buscar otra
cosa…
A mis colaboradores
yo les exijo calidad de tiempo y no cantidad de tiempo, para mí, si alguien
terminó de trabajar, y no hay más tareas que asignarle por ese día, debe irse, tener
a alguien sin hacer nada, es altamente desmotivador para los que estamos realmente
ocupados…
En conclusión,
aprovechemos los momentos que disponemos para generar recuerdos trascendentes,
así las mujeres hayan arruinado este concepto, que como decía, casi ha pasado
al olvido en su concepción primigenia (de 90 segundos), pero que aún se usa
para definir un tiempo indeterminado, en el cual solemos ponernos de mal humor;
sobre todo, cuando vas a llegar tarde a algún compromiso, y tu esposa que aún
no está lista te dice, “ya casi estoy lista, espera un momento, amor”…
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