¡Irracional!...



Este artículo no trata de los números irracionales, (que son los que NO resultan de una razón a/b donde a es entero y b es natural diferente de cero, es decir, no son racionales)… Hecha la aclaración, si han leído los libros de Dan Ariely “Predictably Irrational: The hidden forces that shape our decisions” y “The Upside of Irrationality” (En español se llaman “Las trampas del deseo” y “Las ventajas del deseo”), sabrán que puede predecirse el comportamiento irracional del ser humano; cuando se supone que creemos ser racionales en todo momento, (salvo cuando dormimos)... Bueno pues, los psicólogos han catalogado los pensamientos irracionales en quince categorías (algunos dicen 14, otros dicen 18), pero establezcamos arbitrariamente 15, y sin mayores preámbulos estos son:

Pensamiento polarizado o dicotómico: Interpretamos los eventos y personas en términos absolutos, sin tener en cuenta grados intermedios, las personas y las cosas son blancas o negras, buenas o malas, maravillosas u horribles. No existen términos medios. “O soy sabio o soy ignorante”. Dicen que para vencer este tipo de pensamiento, es útil pensar en términos de porcentajes: Durante el 5% del tiempo soy ignorante, el resto del tiempo no… ¿Qué? Debe ser mentira…

Filtraje: Tomamos detalles negativos y los magnificamos, olvidando los aspectos positivos de la situación. Nos enfocamos en ciertos aspectos, usualmente negativos y perturbadores, de un evento, hecho, circunstancia o persona, excluyendo sus otras características. El paseo fue agradable, la compañía inmejorable, el almuerzo delicioso, pero regresando, se bajó la llanta del auto, y ese hecho, se magnifica a tal punto que todo el paseo fue un desastre, cuando en realidad, salvo el último incidente, estuvimos felices todo el día.

Magnificación y minimización: Sobreestimamos o subestimamos la forma de ser de eventos o personas. Imaginamos y especulamos el peor resultado posible, sin importar lo improbable, o pensamos que una situación es insoportable o intolerable, cuando en realidad es incómoda o inconveniente. Es el clásico “¡La ca…nción! ¡Nos fuimos a la mier...(pase a la página 23), cuando lo que hay que hacer, es analizar objetivamente la situación y empezar a resolverla.

Sobre-generalización: Extraemos una conclusión general de un simple incidente o parte de la evidencia. Si ocurre algo malo, se esperará que ocurra una y otra vez. Utilizamos palabras como “todo”, “nunca”, “nadie”, “siempre”, “todos” y “ninguno”. Es cuando tu señora te dice “Es que nunca me escuchas”, o en general, cuando las mujeres dicen que “todos los hombres somos iguales”.

Etiqueta Global: Se parece a la sobre-generalización, asignamos una etiqueta global a algo o alguien, en lugar de describir la conducta observada objetivamente. “Los policías son coimeros”, “los jueces son corruptos”, “los congresistas son ladrones”, entre las más escuchadas. Mi favorita es que “la mitad de los hombres engaña a sus mujeres”, porque si eso fuera cierto, la mitad de los hombres, engañaría a sus mujeres con la mitad de las mujeres, lo cual quiere decir, que las mujeres son exactamente igual de casquivanas, solo que son más discretas...

Interpretación del Pensamiento: Sin mediar palabra, sabemos qué sienten los demás y por qué se comportan de la forma en que lo hacen. Somos capaces de adivinar qué sienten los demás respecto a nosotros. Como cuando tu señora te dice “Lo haces a propósito” o “Ya sé cuáles son tus intenciones”. Dice la leyenda que cuando las mujeres empiezan a ir por este camino, es que se están volviendo brujas, por eso de la adivinación…

Personalización: Creemos que todo lo que la gente hace o dice es alguna forma de reacción hacia nosotros. Asumimos que hemos causado cosas directamente, cuando muy posiblemente no sea cierto; lo cual nos puede producir ansiedad y culpa, y si lo aplicamos a los demás, nos produce ira y ansiedad de persecución. Quienes tenemos el ego grande sufrimos de esta, pensando que el mundo está en contra nuestra, porque todo gira alrededor de nosotros.

Culpabilidad: Los demás son responsables de nuestro sufrimiento, o por el contrario, somos los culpables de los problemas ajenos. “Yo lo maté, porque siempre he deseado que muera”…

Pensamiento deseado: Tenemos una serie de normas rígidas sobre cómo deberíamos actuar y cómo deberían actuar los demás. Las personas que transgreden estas normas nos dan cólera y nos sentimos culpables si somos nosotros los transgresores. Se da en el uso de la palabra “debería” o “deberías”. ¿Se acuerdan del vecinito huevón, siempre bien peinado, y que en el colegio era lorna? Ese por el que tu mamá te decía “deberías ser como fulano, bien educadito”…

Razonamiento emocional: Formulamos argumentos basados en cómo nos sentimos. Es decir, es pensar con cualquier órgano menos con el cerebro. Los órganos más usados para pensar irracionalmente son el corazón (pensamiento sensible romántico), el hígado (pensamiento colérico furioso) y el intestino grueso (pensamiento de mierda, utilizado frecuentemente por los auditores, que en lugar de usar su materia gris, utilizan su materia marrón).

Falacia del Control: Presuponer que tenemos que tener un control y una responsabilidad excesiva sobre lo que ocurre alrededor, con sentimientos de onmipotencia; o por el contrario, si nos sentimos externamente controlados y víctimas del destino, con sentimientos de impotencia. Si hablamos de “deformación profesional” (sobre lo cual hablaré posteriormente), resulta que los economistas suelen sufrir de esta falacia del control (“control freaks” onmipotentes, claro).

Falacia de la Justicia: Nos resentimos porque pensamos que sabemos lo que es la justicia, pero los demás no están de acuerdo. Enjuiciamos como injusto a todo aquello que no coincide con nuestros deseos, creencias y expectativas. Es que como dijo Hans Kelsen “La justicia es un mero ideal irracional”. Conozco gente que comete transgresiones terribles contra los demás, y que creen firmemente que lo hacen de manera justa, pero cuando alguien les responde de mala manera, sienten que se ha cometido una injusticia o un maltrato, cuando son ellos quienes maltratan a los demás.

Falacia del Cambio: Presuponemos que nuestra felicidad depende exclusivamente de los actos y conductas de los demás o circunstancias externas. Esperamos que la actitud de cambio venga de los demás. Es cuando estamos de peatones y un carro nos embiste en lugar de darnos pase, y pensamos que los conductores deben cambiar, cuando nosotros mismos cuando estamos al volante no dejamos pasar a los peatones.

Falacia de la Razón: Presuponemos que tenemos la verdad absoluta obviando las opiniones de los demás, porque nuestras opiniones y acciones son correctas y válidas. Recordemos que cuando tenemos “la” razón, quiere decir que los demás no la tienen, por tanto, los demás son irracionales, lo cual resulta absurdo.

Falacia de la Recompensa Divina: Esperamos cobrar algún día todo nuestro sacrificio y abnegación, como si hubiera alguien que llevara las cuentas. Nos resentimos cuando vemos que la recompensa no llega. Es cuando alguien dice que “Dios está apuntando”…

Bueno, ya saben los pensamientos irracionales, y después de leer esto, nos daremos cuenta que en general, somos irracionales la mayor parte del tiempo… Bueno, lo único que les pido, es que evitemos pensar con el intestino grueso… A menos claro, que nuestro sueño sea trabajar en la Contraloría…

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